El nuevo Schwartzman tendrá que esperar: triunfo con épica en su último torneo

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Ni el más talentoso guionista hubiera podido imaginar un desenlace tan perfecto. Tan mágico. Tan… cinematográfico. Ni el propio Diego Schwartzman, que afrontó el último torneo de su carrera en el Argentina Open, en la edición del 25° aniversario, en condiciones anómalas para un tenista: sin pretemporada, semanas después de disfrutar de sus primeras vacaciones como adulto y con apenas un partido en seis meses. 

Anómalas para un tenista, naturalmente, porque ya no se siente tenista. Desde mayo de 2024, cuando anunció que colgaría la raqueta en el torneo más relevante de la Argentina, cuando ubicó la mente en lo que será su futuro tras quince temporadas como profesional. Pero ni en sus mejores sueños avizoró lo que sería la tarde de este miércoles: la película tenía el final escrito pero su empeño, el empuje de la gente y algunas muestras de su mejor versión demoraron el epílogo al menos un día más.

Con la mente y el cuerpo instalados en el devenir de su vida, Schwartzman le ganó al 40° del mundo y disfrutó de una de las jornadas que habrán quedado grabadas en la historia de un torneo cargado de recorrido, de mística y de victorias épicas. El Peque anotó una más: en el estadio central del Buenos Aires Lawn Tennis Club se impuso 7-6 (10), 4-6 y 6-3 luego de tres horas ante Nicolás Jarry, finalista de la última edición, y dilató el final.

«Mi sueño era retirarme de esta manera. No hay mejor forma de irse que con un estadio lleno. Aproveché el aliento de la gente; a él no lo favoreció. Sólo en pocos momentos del segundo set no lo disfruté. Fue increíble, espectacular», expresó el ex número ocho del ranking ATP, todavía con la sangre caliente y a un día de un compromiso más: este jueves se medirá en octavos de final con el español Pedro Martínez (41°), quien superó en tres parciales al bosnio Damir Dzumhur.

¿Por qué Schwartzman logró una victoria cuasi imposible? Porque lo hizo sin preparación, en el máximo nivel del circuito internacional, frente a un top 40 y luego de 484 días: el último festejo en cuadros principales de ATP había sido el 17 de octubre de 2023, en Tokio, ante Francisco Cerúndolo. ¿Por qué ganó? Capitalizó los momentos dubitativos de un Jarry que no pudo regularizar su estándar y porque, más allá de no entrenarse como siempre, toda la vida disfrutó de un físico privilegiado –apenas una lesión muscular entre los mayores inconvenientes–.

Con 32 años, después de una trayectoria soñada, incluso de mayor mérito por tratarse de un tenista surgido en Sudamérica, Schwartzman estiró por unas horas la aparición de su nueva versión, que tuvo apenas una muestra la semana pasada en el Rosario Challenger, donde no sólo jugó –cayó en tres sets ante Camilo Ugo Carabelli, en el penúltimo torneo de su vida– sino que exhibió una faceta diferente en la organización del Challenger más grande de Argentina, realizado por Torneos –de categoría 125–, que ocupó la semana inicial de la gira sudamericana tras la decisión de ATP de bajar el Córdoba Open-.

Por qué se retira

Si Schwartzman tiene tenis y cuerpo en condiciones, ¿por qué se retira? Existen cuestiones desligadas del físico y de las aspiraciones deportivas. «En el último tramo de mi carrera no la estaba pasando del todo bien. Empecé a sufrir ataques de ansiedad en los viajes de avión. Me costó mucho seguir jugando», había dicho meses atrás.

Este miércoles, antes de salir a la cancha para jugar ante Jarry, publicó una sentida carta en el sitio oficial de la ATP en la que reveló detalles: «El principio del final de mi carrera tuvo lugar en Hamburgo 2022. Perdí en la primera ronda un partido muy disputado, pero algo no estaba bien. Mi cuerpo no respondió a las preguntas aquel día. Sentía emociones extrañas durante el partido. Mis manos temblaban y tuve calambres».

Esas sensaciones extrañas regresaron en febrero de 2023, en la gira sudamericana: «Me acalambraba, mi cuerpo no colaboraba. Era incapaz de responder. Estaba sufriendo y ya no disfrutaba del proceso. Puede que tenga un cuerpo pequeño (1,70 metros), pero di batalla contra los mejores de la historia. Mi tenis iba más allá de los drives y los reveses. A veces entraba a la cancha para quebrar a mi rival. Es irónico que, al final, el tenis me rompió a mí y me escribió el final».

Lo que le sucedió podría ser común en cada disciplina de la vida: se trata del aspecto emocional, muy preponderante en un deporte individual-mental como el tenis. El Peque pertenece a una especie infrecuente: los que llegan bien alto, los que rompen barreras, los que siempre van a más.

Cuatro veces campeón de ATP –una en Buenos Aires, en 2021–, es uno de los doce jugadores masculinos de la Argentina que alcanzaron el top 10 del ranking de singles de la ATP -fue 8° en 2020-. También ocupa el cuarto puesto entre los que más partidos ganaron en cuadros principales de Grand Slam: con 59 éxitos sólo es superado por leyendas como Guillermo Vilas (138), Juan Martín del Potro (97) y David Nalbandian (86). Logros celestiales para un jugador de Sudamérica. Pero su película no se acabó: habrá, al menos, un capítulo más.

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