La más imponente jugadora que haya existido, enorme deidad del básquet, pero a su vez tan cercana en sus sentimientos por su paso por Talleres de Villa Gobernador Gálvez o su fanatismo por Central. Diana Taurasi, de ella se trata, anunció su retiro de la actividad tras ganar todo lo que se pudiera ganar y varias veces
Sangre rosarina, leyenda mundial, heroína estadounidense. La más imponente jugadora que haya existido, enorme deidad del básquet, pero a su vez tan cercana en sus sentimientos por su paso por Talleres de Villa Gobernador Gálvez o su fanatismo por Central. Diana Taurasi, de ella se trata, anunció su retiro de la actividad tras ganar todo lo que se pudiera ganar y varias veces.
“Mental y físicamente, simplemente estoy llena. Esa es probablemente la mejor manera de describirlo. Estoy llena y feliz”, dijo para anunciar su basta de todo.
El adiós llega cerca de cumplir los 43 años, tras 20 temporadas en la WNBA, certamen del que es la máxima anotadora y única en superar los 10 mil puntos, con tres títulos en Phoenix Mercury, con MVP y All Star incluidos.
Nacida en California, de madre rosarina (Liliana) y padre italiano (Mario), vivió en Rosario, pero retornó a Chino para formarse como una estrella desde joven. Con las Huskies de UConn también ganó todo lo que pudo ganar hasta ser el 1 del draft y comenzar su vida de estrella NBA.
Pero más allá de hablar el rosarino a la perfección, de seguir una dieta bien argentina con mate y milanesas, es símbolo de Estados Unidos con la marca impresionante y única de seis oros olímpicos entre sus numerosos éxitos.
En los recesos de las temporadas de la WNBA también sumó títulos de Euroliga. Y tanto en Europa como en Estados Unidos también lideró luchas para defender causas feministas y el rol de las mujeres profesionales en el deporte.
Sus idolatrías también tienen vínculo con Argentina, por ejemplo con Messi, Maradona o Ginóbili. “Con Maradona me saqué las ganas de conocerlo en 2008, cuando estábamos en China y fuimos a ver a la selección. Se lo pedí especialmente a Adam Silver, el comisionado de la NBA que justo estaba con nosotros. Logró conseguirme un rato con Diego y aún conservo la foto que nos sacamos. Con Manu he estado bastante cuando él iba a jugar a Phoenix. También con Luis (Scola) cuando jugaba en los Suns y con Pepe (Sánchez) en los Juegos Olímpicos, aunque en 2019 tuve la chance de estar con él cuando viajé a Bahía Blanca y jugué en un centro de alto rendimiento. Siempre me ha gustado charlar con ellos y preguntarles de todo del país”, contó en su momento.
Y otro detalle, en 2019 usó unas zapatillas celestes, blanco y dorado con la imagen de Eva Perón.
Formidable dentro y fuera de la cancha, de trayectoria inalcanzable, pero a su vez cercana, sencilla, Dee puso punto final a su carrera. Empieza la leyenda.