Desde el momento en que Meghan Markle entró a la familia real británica, su relación con Kate Middleton fue tema de especulación. Lo que comenzó con una aparente cordialidad entre cuñadas terminó en una de las mayores fracturas dentro de la monarquía británica, marcada por desacuerdos, lágrimas y una exposición mediática sin precedentes.
Cuando Meghan y el príncipe Harry hicieron pública su relación en 2016, la familia real la recibió con los brazos abiertos. Meghan no solo tuvo la oportunidad de compartir tiempo con la reina Isabel II, sino que también se la vio junto a William y Kate en eventos oficiales. La prensa llegó a bautizarlos como los “Cuatro Fabulosos”, sugiriendo una relación armoniosa entre las parejas.
La actriz estadounidense fue incluso incluida en la Royal Foundation, la organización benéfica que lideraban los por entonces duques de Cambridge y el príncipe Harry. Sin embargo, con el correr de los meses, los gestos amistosos comenzaron a desdibujarse y las primeras tensiones salieron a la luz.
El conflicto entre Kate Middleton y Meghan Markle que cambió todo
Uno de los episodios más comentados sobre el deterioro del vínculo entre Meghan y Kate tuvo lugar en los días previos a la boda de los duques de Sussex, celebrada en mayo de 2018. Durante su entrevista con Oprah Winfrey, Meghan reveló que Kate la hizo llorar por diferencias en la vestimenta de las niñas que participarían en la ceremonia.
Según Markle, la versión que circuló en la prensa fue falsa, ya que los medios aseguraron que había sido ella quien hizo llorar a Kate. “Kate estaba molesta. Luego se disculpó y me envió flores con una nota”, aseguró Meghan, aunque también dejó en claro que la familia real no hizo nada para desmentir la historia, a pesar de conocer la verdad.
Algunos especialistas en la realeza creen que el distanciamiento entre Meghan y Kate fue el reflejo de una crisis mayor: la creciente tensión entre Harry y William. Se dice que el heredero al trono expresó dudas sobre la relación de su hermano con Meghan, lo que provocó un fuerte desencuentro entre ellos. Esto afectó de manera inevitable la relación de sus esposas, quienes comenzaron a tomar distancia en los eventos oficiales.
En 2018, los duques de Sussex decidieron mudarse de Kensington Palace a Frogmore Cottage, marcando un punto de inflexión en la fractura familiar. Poco después, en 2020, llegó el anuncio que sacudió a la monarquía británica: Meghan y Harry abandonaban sus deberes reales y se trasladaban a Estados Unidos, en lo que se denominó el “Megxit”.
Si bien algunos creen que con el tiempo podría haber una reconciliación, lo cierto es que la relación entre ambas sigue siendo distante y tensa.
VO