La suba de tasas que convalidó el Gobierno, en medio de las turbulencias financieras por la deuda en pesos, encarecerá el crédito tanto para las familias como para las empresas y, en el mediano plazo, afectará la actividad. En lo inmediato, pese a la mayor presión sobre los costos, la industria descarta trasladar a precios por el bajo nivel de ventas y la gestión libertaria prioriza evitar el mantra de la no emisión monetaria por sobre una economía que se enfría; una de sus claves para sostener, además, el camino de la desinflación.
El frente financiero luce complejo: en el último mes, el Tesoro convalidó tasas de hasta 65%, por las mismas Lecaps por las que pagaba 29% a principio de mes. Con el desarme de las Lefi, el instrumento que tenían los bancos para financiar interés, el mercado y el sector privado perdieron la referencia. Esa incertidumbre se transfirió a la economía real.
“Pasamos de pagar menos del 30%, a bancos que están cobrando entre un 60% y un 70% giro a descubierto o venta de cheques”, advirtió el titular de Industriales Pymes Argentinos (IPA), Daniel Rosato, a PERFIL. De persistir el escenario, la producción estará comprometida y “para las pequeñas y medianas empresas no poder tomar crédito va a generar más despido, suspensiones y contracciones”, planteó.
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El interés alto se suma a presiones que viven hoy las fábricas como la competencia importadora, los presupuestos medidos en dólares en aumento y la crisis de consumo. Los distintos empresarios consultados por este medio coincidieron en que el traslado a precios es “imposible”. “Cada vez que se intenta generar un aumento en productos de la canasta familiar después se vuelve a retraer”, graficó Rosato.
Trasladar a precios: «Irreal»
Las variables que componen el contexto en el que la convalidación de precios más altos cae en saco roto, son un consumo masivo que creció poco en relación a fuertes caídas durante el 2024, con patrones de compra que se orientan al control del gasto y la elección de lo necesario, un comportamiento parecido al de crisis pasadas como la del 2002. En la cadena productiva fallan los primeros eslabones, como la fundición metalúrgica que cayó un 23% interanual. Por su parte, la venta de insumos está un 35% abajo y el comercio mayorista también mermó un 40%.
Fuentes del sector metalúrgico subrayaron que “el traslado de ese mayor costo financiero a precios no es una opción realista, dado el freno en la demanda y la presión importadora. Las empresas terminan absorbiendo ese sobrecosto, con márgenes más estrechos y mayor exposición a riesgos”, indicó un dirigente fabril de peso. “Reconocemos la importancia de la estabilidad macroeconómica, pero creemos fundamental que se articulen mecanismos de financiamiento productivo accesibles que acompañen a la industria en esta etapa para su reactivación y transformación”, advirtió.
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Tasas de interés cada vez más altas: crece la mora
En esa línea, un empresario textil planteó que las cajas de financiamiento están “cortas hace rato” y que con tasas cada vez más altas, “la morosidad está en aumento”. El informe sobre Bancos del Banco Central advirtió que la irregularidad en el stock total de préstamos al sector privado creció del 1,8% al 2,6% entre junio de 2024 y mayo de 2025.
“La persistencia de este escenario de tasas reales altas por más tiempo podría resultar una complicación en dos sentidos: por un lado, el encarecimiento del crédito pone mayor presión a la actividad económica en general; y por otro, un nivel de tasas altas supone una mayor presión fiscal de cara a la próxima licitación”, indicó un informe de la consultora Invecq.
El Tesoro vuelve a enfrentar abultados vencimientos de deuda en agosto por $38 billones. La expectativa está puesta en si el área que dirige Pablo Quirno puede repetir la actitud de las últimas licitaciones en las que con tasas altas buscó priorizar la menor expansión monetaria posible y el traslado de los pesos sobrantes a presión sobre el dólar oficial. Una intención que contrasta con lo que espera el sistema financiero, que busca mayor liquidez.
AM/DCQ