Dos ataques con cuatro personas heridas, en una secuencia que dejó expuestos conflictos entre bandas del Fonavi Parque Oeste, desembocaron en la condena a 8 años de prisión de Bruno Alejandro Ayala, un joven de 21 años que aceptó esa pena como autor de los disparos cometidos con dos días de diferencia. En una de las balaceras, en la cuadra de Cerrito al 5500, una mujer que iba a comprar una cerveza recibió un disparo en la cabeza al que sobrevivió “por fortuna”, según el acuerdo judicial. Como el tirador tenía una sentencia previa por venta de drogas la pena se unificó en diez años de prisión.
Ese monto acordaron el fiscal Lisandro Artacho y la defensora pública Anabela Antegiovanni en un procedimiento abreviado. La propuesta fue avalada por el juez Carlos Leiva en una audiencia realizada días atrás en el Centro de Justicia Penal. Ayala fue considerado autor de un intento de homicidio agravado por el uso de armas, tres hechos de lesiones agravadas y la tenencia de armas de uso civil y de guerra. Delitos que se sucedieron un año atrás, en los primeros días de noviembre de 2024, y que según la condena cometió como integrante de una banda que en el barrio conocían como Los Menores.
Los dos ataques tenían como destinatario principal a un adolescente de 15 años, un chico que según la pesquisa había pertenecido al grupo del agresor pero luego se distanció y quedó “una bronca”. El 1º de noviembre ese chico estaba con un amigo frente a su casa de pasillo de Pedro Lino Funes y Cerrito cuando, según la acusación, apareció Bruno, disparó con un revólver calibre 22 y se fue en bicicleta. Los dos jóvenes fueron heridos en las piernas. El mayor obtuvo el alta en el momento y el menor dos días después.
Los vecinos contaron que los dos muchachos se habían abierto de la banda de Ayala y desde entonces comenzaron a presionarlos y amenazarlos para que vendieran drogas en favor de la organización. “Todo esto es porque lo mandan Los Menores”, contaron.
Parque Oeste, sin respiro
Apenas regresó al barrio, el adolescente fue blanco de un nuevo ataque. El domingo 3 de noviembre estaba con otro amigo tomando algo en la vereda de Cerrito al 5500, frente a las tiras 11 y 12, cuando apareció el ahora condenado en una moto Honda Wave negra. Eran las 22.30. La moto frenó delante de un camión. Ayala, que iba como acompañante, bajó y se acercó a los dos amigos. “¿Están vendiendo?”, les preguntó. Le contestaron que no. El agresor cruzó entonces a la vereda de enfrente, donde está emplazado un pequeño altar de la virgen, y desde allí comenzó a disparar con una pistola 9 milímetros.
Los tiros partieron en distintas direcciones. Florencia G. salía de un pasillo para hacer un mandado y un plomo la alcanzó en el cráneo. Sintió el golpe y se desmayó. El cadete Walter N. llegaba a comprar una cerveza en un quiosco de Cerrito y Liniers cuando vio pasar a los dos motociclistas disparando al aire. “Se baja el que estaba atrás y empieza a tirar para arriba y los costados, sin tener a nadie en vista, tirando por tirar”, contó. El que portaba el arma lo vio arrojarse de la moto a la vereda, le gritó “tomátela, guacho” y le disparó.
Al cadete lo llevó su pareja hasta el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde fue asistido por un balazo en una pierna. La vecina herida despertó días después en la terapia intensiva. “No recuerdo nada, me acabo de enterar recién de que me dieron un tiro, no tengo problemas con nadie”, dijo. Los disparos, se supo luego, iban dirigidos a los dos amigos pero no alcanzaron a herirlos. En total se recolectaron 15 vainas.
Los vecinos y testigos reservados señalaron por el ataque a Bruno, detenido el mismo día. “Bruno anda con todos los que mataron a Leo Tripi”, dijo un testigo en alusión a Leonel Tripi, uno de los tres hermanos de un clan familiar del barrio, asesinado a balazos en febrero del año pasado en el mismo lugar de la balacera, Cerrito al 5500. “Se juntan en un predio que se llama Quinta Luciani que está en Rouillón y Cerrito”, añadió sindicó por sus nombres a siete muchachos a órdenes de “uno que está preso y es mayor de edad pero le dicen El Menor”.
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Así, si bien Ayala fue considerado integrante de “Los Menores”, no quedó claro que se trate de la organización del mismo nombre con base en el barrio 7 de Septiembre que fue ligada al doble crimen de jefe de la barra brava de Central, Andrés “Pillín” Bracamonte, y su ladero Raúl “Rana” Attardo.
“Le llego a ver la cara y era Bruno Ayala. Yo me quedo duro en el lugar y veo como sigue tirando para todos lados. Me agacho y veo cuando le pega el tiro a la piba que cae desplomada en el lugar, iba con un envase de cerveza. Cuando se van le tiran a mi sobrino y al amigo que estaban escondidos en el arbusto de enfrente”, relató Manuel Espeche, de 38 años, tío de uno de los jóvenes baleados, quien fue asesinado el 13 de enero siguiente. Lo balearon en el cuello al menos dos personas en el mismo lugar, Cerrito al 5500.
Ayala contaba con una condena previa a 3 años de prisión condicional dictada en octubre de 2023 por el Tribunal Federal Nº 3 de Rosario por tenencia de estupefacientes con fines de comercialización en calidad de partícipe secundario, comprensiva a su vez de una anterior por tenencia de arma. Se unificó en diez años con la condena actual. El fiscal planteó que se trató de un ataque grave, aunque se consideró en favor del imputado que asumiera su responsabilidad en los hechos.
