La alternancia en el poder que implica la conducción futbolística de Boca en este 2025 bien podría plantearse como la de dos ciclos en las antípodas uno del otro, desde el estilo de los entrenadores, sus trayectorias, sus modos en la comunicación y hasta en las formas de llevar el día a día. Sin embargo, un punto en común une a la etapa de Fernando Gago con ésta de Miguel Ángel Russo: las pocas pistas que aportan partido a partido, ensayo a ensayo y decisión a decisión, y que dan por resultado a un equipo inmerso en una realidad con más confusiones que certezas.
Tal vez esa sea la conclusión más destacable de una semana en la que el desconcierto general hizo pasar de pensar en un equipo con muchas variantes y que -en la penúltima curva- parece encaminarse a repetir bastantes titulares de los que salieron a la cancha a enfrentar a Racing.
Esa semejanza con la etapa que finalizó abruptamente una fecha después de la última victoria del equipo es la que más expone la crisis sostenida que se refleja en los 12 partidos sin victorias y que tiene a todos sus hinchas (los más y menos informados, los fanáticos, los socios, los que van a la cancha y los que no) en vilo respecto de cuándo va a llegar el primer paso de la recuperación. De cuándo se van a ver señales de pasos adelante y no de lo que aparenta ser un proceso involutivo en materia de competitividad.
Señales de dudas
En sí, las dudas que Miguel parece exteriorizar con las pruebas en la semana dan cuenta de movimientos de una práctica a otra que, o bien apuntan a desorientar a los rivales, o bien directamente a las especulaciones periodísticas que intentan saber un miércoles el equipo del siguiente fin de semana. Como fuere, la confusión queda generalizada aún si el DT abre las puertas un rato en cada semana, práctica recuperada en los últimos tiempos pero que tampoco termina llevando calma a quienes -en definitiva- deben tenerla: los propios jugadores.
El posible equipo de Boca vs. Independiente Rivadavia
DT: Miguel Ángel Russo
¿Por qué? Porque los laterales -ya con uno de ellos caído en desgracia- alternan partido a partido. Porque la vuelta de un jugador que jugó 161 minutos en el año (Figal) para acompañar al mejor defensor de este corto y poco productivo ciclo (Pellegrino), es con la mayor parte de los ensayos jugando al lado de otro compañero (Ayrton Costa) en lugar de quien se perfila para ser su dupla.
Así se podría ir puesto por puesto, poniendo énfasis en las presencias de Agustín Martegani o de Lucas Blondel como las grandes sorpresas de alguno de los parados tácticos, por el poco rodaje (nulo, en realidad) que ambos acumulan en el ciclo.
Un viaje con todos
Como colorario, la decisión de Russo en la víspera del viaje es tan inédita en su corto proceso como llamativa en cuanto al mensaje interno que la decodifica. Y tiene que ver con el hecho de haber convocado a todos los futbolistas de su día a día para que el partido ante la Lepra se viva como una absoluta y definitiva final.
Sí, incluso a los lesionados Ander Herrera y Tomás Belmonte, ambos bastante lejos de poder calzarse los pantalones cortos pero quienes se subirán al avión para formar parte de la delegación de 31 futbolistas que completan los tres arqueros del plantel (Agustín Marchesin, Leandro Brey y Javier García), nueve defensores (Luis Advíncula, Juan Barinaga, Nicolás Figal, Lautaro Di Lollo, Marco Pellegrino, Ayrton Costa, Lautaro Blanco, Frank Fabra, Lucas Blondel), diez mediocampistas (Rodrigo Battaglia, Malcom Braida, Leandro Paredes, Milton Delgado, Kevin Zenón, Agustín Martegani, Williams Alarcón, Ignacio Miramón, Santiago Dalmasso, Carlos Palacios) y siete delanteros (Alan Velasco, Brian Aguirre, Exequiel Zeballos, Lucas Janson, Miguel Merentiel, Edinson Cavani, Milton Giménez).
Con esa movida de última hora, queda claro que el cuerpo técnico está con el botón de las decisiones siempre a mano. Buscando permanentemente dar golpes de efecto (como con las prácticas semanales en la Bombonera, a plena luz del día pero con el mismo hermetismo que en Ezeiza) y aportando tantas ganas de salir de perdedor así como un clima de incertidumbre creciente en cuanto a presencias, titularidades y cambios inesperados como el de la aparición de Edinson Cavani en el 11 ante Racing.
El afuera no aporta
Y si el plantel de Boca hoy vive inmerso en la incertidumbre, la organización que lo rodea tampoco le da respiro. Para muestra, basta con analizar las esquirlas de la disolución del Consejo de Fútbol que esta semana tuvo el capítulo Cascini, con una aparición mediática resonante, a tono con el ruido que hizo la decisión de Riquelme de remover a él y a Chicho Serna de su cargo y también de la falta de tacto en cuanto al momento que vive el equipo, que no puede salir de perdedor y carga con polémicas que no parecen aportarle el clima necesario para hacerlo.
Saldo negativo
La conclusión de la semana no arroja saldo positivo, contemplando que las recetas que asoman no parecen aportar demasiadas esperanzas. Si los nombres se repiten, si los buenos están bajos y los demás sumidos en dudas. Si Boca logró empeorar desde el desastre ocurrido en febrero con Gago al mando, todo es producto de un Boca desconcertante. De un Boca que parece viajar en una Montaña Russo.
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