En los campeonatos largos se terminan destacando los mejores equipos, los que tienen buenos jugadores y/o están bien plantados en la cancha, saben a qué juegan, etc. A la larga, se visualiza quién dependió más de la suerte, o solo tuvo una buena racha. El gobierno de Milei entró en esa etapa post primer cuarto en donde se afianzó política y económicamente. Pasada la sorpresa inicial, ahora empiezan las pruebas de fuego.
Desde hace dos meses y medio (arrancando con el discurso de Davos) la administración libertaria tuvo solo tres logros relevantes: 1) blindar el DNU del acuerdo con el FMI, 2) ser de los países menos perjudicados por el zafarrancho arancelario de Trump, y 3) incremento de la recaudación en términos reales por la reactivación económica.
Para abajo
Todo lo demás fue negativo: Libragate, polémicas de Santiago Caputo, represión del 12 de marzo, nuevos jueces de la Corte Suprema, piso inflacionario arriba de los 2 puntos, superávit comercial muy limitado, déficit sistemático de cuenta corriente y declaraciones torpes que inquietaron al mercado financiero por las malas señalas que significa el drenaje de reservas.
Hay dos indicadores de que pasamos a un segundo cuarto del match que luce menos fecundo. Por un lado, el índice de confianza del consumidor de la Universidad Di Tella lleva 2 meses seguidos en baja (lo que nunca había sucedido desde que asumió Milei). Por el otro, el índice de confianza en el gobierno (elaborado por la misma casa de estudios) va por el cuarto mes consecutivo en retroceso.
Entre estas situaciones negativas mencionamos a la propuesta de dos nuevos jueces para la Corte. Desde el vamos, todo estuvo mal calculado y manejado. Da toda la impresión que el presidente compró un negocio que le trajo Lorenzetti, a lo que se sumó una idea creativa del asesor estrella para sumar a sus “batallas culturales”. Pero para que estos esquemas funcionen hay que estimar adecuadamente cuál sería la ganancia concreta y percibida por los actores relevantes. Y aquí es donde aparece la figura de Cristina.
Las razones de Cristina
¿Por qué CFK iba a aceptar votar a Lijo? ¿A cambio de qué? ¿Con qué garantía de que sus problemas judiciales se podrían resolver en el más alto nivel? Está claro que hubo una negociación en firme, pero que el gobierno no supo hacerle “una oferta que no podría rechazar”. Había una lista de jueces para negociar, un intercambio de nombres para completar el tribunal, un paquete donde podía entrar la ampliación de la Corte, hasta opciones de Procurador General. Nada de eso funcionó. Ahora la jefa demuestra que domina bastante el bloque, aunque varios senadores “propios” se hayan escapado de control porque responden a gobernadores (Formosa, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero) o son líberos (Uñac, Manzur, Mendoza, Moisés).
Las razones de Macri
Obviamente tampoco iba a lograr el apoyo del PRO, ya que Macri tiene razones políticas (el desprestigio de Lijo) y personales (ese juez tiene congelada la causa del Correo) para no apoyar. Y el decreto de nombramiento en comisión terminó por inclinar la balanza en contra, ya que disparó la auto defensa corporativa del cuerpo: si Milei quiere nombrar todo en comisión por decreto, los senadores, ¿para qué están? Eso volvió a la mayoría “fervientes republicanos”, que le deben poner límites al Poder Ejecutivo.
El presidente utilizó el argumento de que “la casta” frena el cambio que está haciendo en la Argentina. Error: 1) Lijo no tiene buena imagen, 2) todo quedó como un tema de la política, y 3) el argumento de la casta ya está desgastado. Si el oficialismo pensaba que le iba a sacar jugo a esta derrota política, es porque está mirando un mundo que no existe.
Tenía varias alternativas para evitar el papelón. Una era negociar un paquete con la expresidenta. Otra era retirar los pliegos. Al final, siempre es preferible reducir daños que perseverar en el error. Las horas previas a la sesión el jefe de gabinete abrió el paraguas para anticipar que se venía una derrota. Fue el único gesto de astucia política.
Mientras, va pasando el tiempo y el proyecto de “ficha limpia” no termina de avanzar. Si Cristina quiere ser candidata a como dé lugar, y si no hay desdoblamiento de los comicios en la Provincia de Buenos Aires, le quedan 4 meses para aguantar que dicha ley no se apruebe y así poder competir. Dicho sea de paso, así como está, es probable que se judicialice, agregando otro vericueto más.
Entre estos desaguisados internos y las decisiones del amigo Trump, el gobierno tendrá que ser más exquisito en sus habilidades políticas. O, en la cancha se ven los pingos.